¿Qué hace que un videojuego sea bueno o malo? Tras 30 años jugándolos y 2 años estudiándolos sigo sin tener respuesta a esta pregunta.
Así rezaba un tuit que escribí hace unos días. En él intentaba investigar si realmente existe un baremo objetivo en el que todo el mundo esté de acuerdo para analizar cuando un videojuego es bueno o malo.
Uno de los principales problemas que veo yo en este aspecto es que se trata de un producto audiovisual de entretenimiento demasiado novedoso como para haber sido estudiado a fondo, en sus inicios con las máquinas recreativas, quizá se parecía más a juegos como el futbolín, el billar o el pinball, con esto me refiero a que una persona podía llegar y echar una partida mientras se tomaba una o dos cervezas en el bar tranquilamente, ya que la duración de una partida era más o menos similar entre estos juegos.
En esa época, la simplicidad del videojuego daba una fácil respuesta a la pregunta. Un videojuego era bueno si era adictivo. Quizá ésta sea la mejor respuesta que se pueda dar a esa pregunta, al fin y al cabo, el objetivo de un videojuego debería ser tener la capacidad de enganchar al jugador durante el mayor tiempo posible antes de cansarse.
No obstante, los años pasan, y la fórmula que conseguía que un juego resultase adictivo en su día deja de funcionar. Los videojuegos se han tenido que ir convirtiendo en producciones exponencialmente más complejas, largas y caras para adaptarse a los usuarios que han ido demandando este tipo de productos.
Llegó un momento desde el cual, los usuarios hemos podido disfrutar de este tipo de juegos en casa, sin tener la prisa de terminar una partida cuando nos queramos ir del bar. Este hecho impulsó el desarrollo de videojuegos de un ritmo más lento donde mediante passwords o partidas guardadas el jugador podía retomar la partida donde antes la había dejado.
Todo esto, unido al avance tecnológico que sufrieron tanto ordenadores como videoconsolas, hizo que los videojuegos se fuesen asemejando cada vez más a las producciones de Hollywood, heredando sus escenas cinemáticas, y con ello, sus juegos de cámara y su forma de narrar una historia.
Todo esto unió estrechamente los videojuegos y el cine, como dos procuctos audiovisuales que son. No obstante, estas fórmulas que los videojuegos han heredado del cine, en ocasiones, no se han sabido adaptar correctamente, voy a intentar explicarlo:
Una película está estudiada para que el director pueda contar 10 minutos de historia y luego meta 20 minutos de acción para romper la monotonía, consiguiendo de este modo que el espectador no se canse de ver la película hasta llegar la escena en la que pueda seguir contando la historia.
En cambio, debido a que hoy en día la duración de un videojuego es mucho mayor que la de una película, se complica mucho más el poder encontrar la proporción perfecta entre narrativa y acción, ya que si se extiende demasiado la narrativa, la partida puede tener un desarrollo demasiado lento y denso, llegando a aburrir al jugador, mientras que si por el contrario se concentra todo en la acción y la jugabilidad, se puede conseguir que el espectador se canse debido a que esperaba algo más que lo que lleva viendo durante los últimos 30 años en las máquinas arcade.
Todo esto hace que una pregunta que en su día era muy fácil de contestar, se haya vuelto en un auténtico quebradero de cabeza para medios, desarrolladores y usuarios.
Tras todo este artículo os traslado la pregunta a vosotros.
¿Qué hace que un videojuego sea bueno?
Esto es todo por ahora, no olvides compartir el artículo si te ha parecido interesante. Recordad que podéis preguntar cualquier duda tanto en los comentarios, como en Twitter: @Lepra_Games.
Un saludo a todos.
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